viernes, 1 de julio de 2011

Enséñale a tu mente a cumplir objetivos

Enséñale a tu mente a cumplir objetivos

Primera parte

¿Qué tan fácil o difícil es el lograr objetivos? Cuantas veces dejamos tareas importantes o menos importantes para otro momento. Y vamos cargando con un costal de cosas por hacer que no nos motivan y no tenemos la menor idea de cómo y cuando las lograremos. No las logramos llevar a cabo porque no nos enfocamos en una tarea específica, sino que vemos un cúmulo de cosas por hacer y por ello confundimos a nuestra mente. Debemos elegir una por una en orden de importancia y elegir el cómo y el cuando queremos un resultado.

Establecer metas es elegir lo que uno quiere. Cuando vamos al cine, a cenar, a una fiesta, estamos eligiendo y estamos llevando a cabo una serie de procesos mentales con una habilidad del 100% puesto que logramos ese objetivo. Incluso es un objetivo logrado con poco esfuerzo y al final placentero. Sin embargo, nos engañamos porque sí implicó esfuerzo. Ir al cine es un gran esfuerzo: hay que elegir una película entre docenas, hay que elegir un horario, si vas con alguien más, hace falta ponerse de acuerdo, desplazarse, lidiar con el tráfico y llegar al cine (aunque llueva) luego elegir algo para comer o beber y luego regresar a casa. Sin darnos cuenta gastamos energía, tiempo e hicimos un sin número de elecciones y logramos el objetivo de ir al cine.

Por otro lado tenemos los objetivos “difíciles”. Así los llamamos y por lo tanto, como nuestra mente obedece al lenguaje, efectivamente, se nos hacen difíciles. Por ejemplo, ¿qué tan difícil es arreglar el closet, ordenar los papeles del escritorio, hacer la cita con el dentista? Es “dificilísimo” porque no son metas agradables y entonces nuestra mente ya sabe que el patrón a seguir frente a las cosas “difíciles” (o desagradables), es poner obstáculos, boicotearnos y sin darnos cuenta dirigimos nuestra mente con una habilidad del 100% hacia la negatividad e imposibilidad. Y logramos el objetivo de no lograrlo.

Ponemos obstáculos y nos boicoteamos con el lenguaje. Recordemos que elaboramos pensamientos con palabras-lenguaje que influyen nuestro estado de ánimo y nuestra actividad o inactividad. Frente al escritorio desarreglado seguramente pondremos obstáculos como por ejemplo: “no tengo tiempo”, “ahora no puedo”, “no sé donde comenzar”, “después lo hago”, “qué aburrido”. Al decir “qué flojera”, o “qué aburrido” el cuerpo inmediatamente obedece y caemos en la inactividad y repentinamente no tenemos energía suficiente para llevar a cabo ese objetivo que nos exige un “tremendo esfuerzo”. Cuando decimos: “después lo hago” es el posponer sin determinar un tiempo preciso. “Después” es una palabra sin tiempo preciso, implica un futuro muy amplio y al no tener la mente la precisión del tiempo, no hace nada.

Cuando se trató de ir al cine, no hubo obstáculos (mentales) ni boicot (mental) y los pensamientos-palabras-lenguaje nos llenaron de energía y fueron precisos, por lo tanto, no hubo lucha interna y no resentimos el esfuerzo.

Bandler y Grinder, los fundadores de Programación Neurolingüística descubrieron los procesos mentales que nos llevan a cumplir con objetivos placenteros sin esfuerzo aparente. Lo que ellos proponen es transferir los procesos mentales positivos que ya sabemos usar para metas motivadoras y enfrentar los objetivos “difíciles” con patrones mentales positivos y que nos llenen de energía. Si en vez de decir: “que flojera” ante el escritorio desarreglado, decimos “lo hago rápido y sin esfuerzo”, “me organizo para hacerlo hoy” estos pensamientos me reportan más energía y no me la bajan, mientras que el pensamiento de flojera me quita la energía automáticamente. Al decir que “lo hago rápido y sin esfuerzo”, la mente se aplica para seguir instrucciones y el cuerpo, por lo tanto, también se pone en la misma frecuencia.

Es increíble la respuesta que obtenemos cuando cambiamos nuestro diálogo interno y dirigimos nuestros pensamientos para que trabajen a favor nuestro. En Programación Neurolingüística proponemos desaprender lo que no nos sirve y aprender lo que nos ayuda a funcionar mejor en la vida. Empezar a dirigir nuestros pensamientos con un lenguaje positivo y palabras de acción, es la clave para dejar de tener esa lucha interna de posponer tantas cosas que deberíamos de hacer hoy. Ponte a pensar cuántas tareas has pospuesto y cual ha sido tu diálogo interno. Analiza y pon en práctica cambiar esas frases limitantes por unas más positivas y de movimiento. Verás resultados inmediatos.

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